el tiempo de Adviento no es, desde luego, un tiempo penitencial como la Cuaresma, en que se pone un gran acento en nuestra conversión del pecado para poder celebrar la Pascua. El Adviento no es así, sino que se mantiene un clima de paz gozosa en la espera del Señor: por ejemplo, a diferencia de la Cuaresma, en el Adviento no dejamos de cantar el Aleluya. Pero de todos modos, el Adviento sí es un tiempo litúrgicamente austero, porque es un tiempo de preparación, que conducirá a la gran alegría de la Navidad.
Por ello es conveniente que la Iglesia esté adornada con discreción, más bien con plantas que con flores, y que guardemos la mejor iluminación y otras ornamentaciones para cuando llegue la Navidad. Y por eso también, durante el Adviento no cantamos el Gloria, que es el himno de los ángeles en Belén: en Navidad lo cantaremos con toda propiedad. Pero ello no quita, por ejemplo, que adornemos la Iglesia con un buen cartel que diga “¡Ven Señor Jesús”!, o una frase semejante, para recordarnos el camino que estamos recorriendo.
esto vale para todos los tiempos litúrgicos, y por tanto también para el Adviento. Es importante tener el repertorio de la comunidad cantos propios de Adviento, y cantarlos sólo en este tiempo. Así, cuando los cantamos, experimentamos, casi sin darnos ausenta, el tiempo en el que estamos. Porque el canto es una de las más eficaces formas de que penetren en nuestro interior sentimientos y actitudes.
es una costumbre procedente del norte de Europa, pero que se ha arraigado ya en muchos otros lugares, y que puede resultar muy interesante como recordatorio de este tiempo. Consiste en una corona de ramas verdes, colocada en un lugar visible y digno, y que sostiene cuatro velas vistosas, por los cuatro domingos de Adviento. Y lo que se hace es encender el primer domingo, una vela, el segundo, dos velas, el tercero, tres, y el cuarto las cuatro, mientras se dice una oración, o se canta un canto, o se lee una lectura. Se puede tener la corona en la Iglesia, y entonces las velas se encienden al principio de la Misa, y se puede poner también en casa, y entonces se encienden el domingo antes de comer, o el sábado por la noche, o en cualquier otro momentos que vaya bien.
En la Iglesia, será un signo para toda la comunidad Parroquial. Y en casa, será una forma sencilla y familiar de tener presente este tiempo que nos va conduciendo hasta la fiesta del Señor que viene entre nosotros; y eso, vale tanto si hay niños (para educarles en la fe) como si sólo hay adultos (para vivir compartidamente este tiempo).
es un cuadro con pequeñas ventanas para cada día del mes de Diciembre, hasta el día 25, que se va abriendo y en cada una de ellas aparece un dibujo de tema navideño, mostrando así distintos aspectos del sentido de la fiesta. Es un buen instrumento pedagógico para introducir a los más pequeños en la vivencia de la Navidad.
El problema, sin embargo, es que la mayoría de los “calendarios de Adviento” que se encuentran en las tiendas identifican la Navidad con elementos de cuento infantil que más que bien deseducan. De modo que, si no se encuentran un calendario cristianamente digno, mejor será ahorrárselo.
Es una de la buenas tradiciones pre-navideñas, que es un signo pero no sólo un signo externo: dar dinero es una clara y precisa realidad que afecta a la vida... es importante, sin duda, en estos días de preparación de la venida del Señor, recordar que él nació pobre y que él dijo que lo íbamos a encontrar entre los pobres: “tuve hambre y me disteis de comer...” y por tanto, hacer una colecta en la que se haga visible nuestra voluntad de compartir con los pobres nuestros bienes, es una magnífica forma de preparar el nacimiento del Hijo de Dios.
Y al mismo tiempo, es también que esta llamada a compartir los bienes debe ser una característica constante y básica de nuestra vida cristiana, y no sólo el resultado de un arranque momentáneo de buenos sentimientos. La definición de Juan Bautista sobre lo que significa preparar el camino del Señor, debe resonar constantemente en nuestra vida: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene. Y el que tenga comida, que haga lo mismo.
la mejor manera de terminar el Adviento es preparando el belén. Bueno es colgar en casa cintas y bolas de colores, o colocar el árbol de Navidad (aunque esto último comienza a ser ecológicamente bastante discutible).
Pero lo que desde luego no podemos dejar de hacer esa representación tan popular del nacimiento de Jesús. Más grande o más pequeño, más sencillo o más artístico, es importante tener en casa, en el comedor o en cualquier otro lugar adecuado, ese signo tan explícito de lo que celebramos en la Navidad. Si hay niños en casa, será un buen motivo para explicarles y recordar lo que celebramos. Y si no hay, será también un buen signo para los que vivimos en la casa y para los que puedan visitarnos. El belén habría que hacerlo en los últimos días previos a la Navidad, porque antes es mejor mantener el ambiente de Adviento con la corona el pino etc. Y luego, una vez montado, podemos rezar de vez en cuando alguna oración ante él... o animarnos a cantar villancicos.