1. Despertar... El Señor no quiere gente dormida, ni gente que se desentienda de la realidad, ni que delegue en otros el encargo de vigilar y trabajar. Los dormidos y adocenados no sirven para el Reino.
2. Tener cuidado... «Que no se nuble la mente con el vicio y los agobios de la vida». La advertencia está dirigida precisamente a los instalados, a los que solo se preocupan de sus cosas. No se acostumbren a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar su vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida los hará cada vez menos humanos.
3. Ser lúcidos y críticos... Despertar al presente, a lo que acontece y está cerca. Ser críticos ante los acontecimientos de nuestra aldea global y que pueden oscurecer la venida del Señor.
4. Preguntar... Preguntar no sólo qué pasa sino qué tiene que pasar, y qué tenemos que hacer aquí y ahora para que se cumpla la voluntad de Dios.
5. Vigilar... El Adviento es tensión hacia el futuro. «Ponernos en pie y alzar la cabeza. Se acerca nuestra liberación». No mirar el futuro sólo desde nuestros cálculos.
6. Celebrar... Preparémonos a celebrar con gozo el acontecimiento de la aparición primera de la bondad y el amor de Dios en Jesús.
7. Mantener nuestra fe en las promesas del Dios liberador.
8. Descubrir... Descubrir el paso de ese Dios Padre en la historia y en el corazón de los hombres.
9. Esperar... Y para descubrir a Cristo que viene en las situaciones actuales, lo razonable es la esperanza. No se desanimen, pongan su granito de arena; si se empeñan, las cosas pueden cambiar.
10. Liberarse... Liberarse de las esclavitudes e ignorancias. Mirar la vida consciente y libremente con sus ojos. Sentir su presencia amorosa, comprensiva, estimulante.