Adviento: a la espera del Amigo - Cardenal Newman



La vigilancia ha de ser una actitud constante del cristiano, pero es en el tiempo de Adviento cuando esta necesidad se presenta con más fuerza. El cardenal John Henry Newman (1801-1890), pastor anglicano convertido al catolicismo y proclamado Venerable por el Papa Juan Pablo II en 1991, dedicó, ya antes de su conversión, un precioso sermón sobre la continua espera del Señor. Es el texto que recogemos a continuación, extraído del cuarto volumen de sus Sermones parroquiales y sencillos, en el que todos podemos vernos reflejados desde la experiencia personal

"Estad alerta, vigilad: pues no sabéis cuándo es el tiempo». Esta misericordiosa advertencia es tan precisa, tan solemne, tan seria, que debería estar siempre presente en nuestros pensamientos. El Salvador había predicho de antemano su primera venida; con todo, cuando vino cogió a su Iglesia por sorpresa; su segunda venida será todavía más repentina y pillará a los hombres más desprevenidos aún, puesto que Él no ha determinado la duración del intervalo que la precederá –a diferencia de lo que sucedió con la primera venida–, sino que ha confiado nuestra vigilancia a la fe y el amor.

Pienso que en la palabra vigilancia –primero empleada por nuestro Señor, y, después, por su discípulo amado y los dos grandes apóstoles, Pedro y Pablo– es una palabra notable. Es notable porque la idea no es tan obvia como a primera vista pudiera parecer, y, en segundo lugar, porque se trata de algo que todos ellos tienen mucho interés en inculcar. No se trata simplemente de que creamos, sino de que vigilemos; no se trata simplemente de que amemos, sino de que vigilemos; de que simplemente obedezcamos, sino de que vigilemos. Pero, ¿ante qué debemos estar vigilantes?

Ante el gran acontecimiento, la venida de Cristo. Tanto si consideramos el significado obvio del término vigilar como el objeto de la vigilancia, nos da la impresión de que se exige de nosotros un deber especial que, de primeras, no sabemos muy bien en qué consiste. La mayoría de nosotros tenemos una idea general de lo que significa creer, temer, amar y obedecer; pero quizá no sabemos muy bien qué significa vigilar.

¿En qué consiste la vigilancia?
Pienso que se puede explicar como sigue. ¿Conoces el sentimiento de esperar a un amigo, de esperar que venga, y que se retrase? ¿Sabes lo que es estar en mala compañía, con alguien que te resulta desagradable, y desear que el tiempo pase, y que suene la hora y que puedas estar libre? ¿Sabes lo que es estar lleno de ansiedad por si va a suceder o no algo, o estar en suspenso por un suceso importante, que hace que tu corazón lata más rápido cuando te acuerdas de ello, y que es lo primero en lo que piensas por la mañana? ¿Sabes lo que es querer a un amigo que está en un país lejano, esperar noticias suyas, y preguntarte todos los días qué es lo que estará haciendo, y si estará bien? ¿Sabes lo que es vivir pendiente de una persona que está contigo, de forma que tus ojos van detrás de los suyos, lees en su alma, percibes todos los cambios en su semblante, anticipas sus deseos, sonríes cuando sonríe, y estás triste cuando está triste, y estás abatido cuando está enfadado, y te alegras con sus éxitos?

Estar vigilante ante la venida de Cristo es un sentimiento parecido a todos éstos, en la medida en que los sentimientos de este mundo son aptos para reflejar los del otro.

Está vigilante ante la venida de Cristo la persona que tienen una mente sensible, ardiente, inquieta; la persona que es despierta, perspicaz, que está entusiasmada por buscarle y honrarle; que lo busca en todo cuanto sucede, y que no se sorprendería, ni se sentiría demasiado perturbada ni abrumada, si supiera que Él iba a venir ahora mismo.


John Henry Newman (A&O 477)


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