Meditación Tercer Domingo de Adviento Ciclo C

Itinerario de la 3ª semana de Adviento
Adviento es un tiempo lleno de Misterio, empapado por la presencia desbordante de Dios. Como cuando llueve mucho y los prados rezuman agua por todas partes. No es tiempo de lamentos, porque todo está lleno de la música de Dios y la música de Dios siempre suena a futuro y a vida nueva.

Abiertos al Espíritu
El es la presencia alentadora en nuestro camino. Alienta constantemente nuestra espera.
El es un baluarte en nuestra lucha diaria contra el mal en todas sus caras.
El nos enseña sin cesar la riqueza de la palabra de Dios para contarnos su intimidad.

Con preguntas en la mochila
Porque queremos seguir siendo como niños que siempre tienen en la boca preguntas, muy abiertos a toda la luz acumulada en la sabiduría de los que nos han precedido. 
Porque nos duele el sufrimiento de tantos inocentes. 
Porque a veces la cruz se pone delante de improviso, sin agenda ni calendario

Buscando mis amores
Más que buscar nosotros a Dios, es El quien nos busca y nos espera en cualquier sitio, en cualquier momento del día, también cuando estamos absorbidos en cuestiones más o menos triviales.

Aunque seamos desierto o yermo, páramo o estepa, se nos ha dado la capacidad de tener una relación de intimidad con Dios y de gozar de su gloria y de su belleza.

El Señor despega nuestros ojos ciegos, abre nuestros oídos sordos, para que saltemos como ciervos y cantemos cánticos nuevos.

Desde las situaciones de oscuridad abrimos el oído para escuchar las maravillas que Dios está realizando entre los pobres.

Hay razones para la alegría
Porque todo es gracia. «Comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerse firme en la fe y creer con no menos firmeza que todas las cosas serán para bien» (Juliana de Norwich).

Porque en la Iglesia hay muchos dones y carismas, entregados diariamente en gratuidad a los más pequeños de la tierra.

Porque hay muchas personas en tantos lugares de trabajo, a las que la monotonía no les ha agotado la vida, y acogen con su mirada, y sonríen, y aman, y acompañan. 

Porque hay muchos locos, más de los que parece, que arriesgan su vida por la libertad, la justicia, la paz, y la solidaridad con los que más sufren, estén donde estén, sean del pueblo que sean

Porque hay mucha bondad en la creación y muchas energías dispuestas al bien, aunque siga metiendo más ruido un árbol que cae en el bosque que cien que crecen en silencio

Posibilidades
Dios nos ofrece posibilidades en el Adviento para alargar la ternura, el consuelo, el apoyo, hasta las necesidades de los hermanos y hermanas que están cerca o lejos. Nos ofrece muchas tareas para los que estamos en paro; ejercitarlas es cosa nuestra.

Personas-puente.
El puente une orillas distintas, se arriesga entrelazando sus brazos en el vacío, desafía las aguas caudalosas de los ríos. Las personas-puente, lejos de la intransigencia, tienden lazos hacia los distintos y distantes; con ellos en medio, todo es más fácil; se ejercitan diariamente creyendo que es más lo que nos une que lo que nos separa; tienen siempre a mano el diálogo para lograr que palabras, legítimamente diferentes, forman una sinfonía. Cuando alguien tiene miedo a ir a la otra orilla, ofrecen gratuitamente su apoyo.

Personas-fuente.
La fuente es un lugar de belleza, de frescura, de fecundidad. ¡Cuántas historias han oído las fuentes! Las personas-fuente son una bocanada de aire fresco, tienen los oídos abiertos para escuchar las historias de los que tienen algo que decir, en torno a ellas siempre hay vida; tienen tiempo para compartir con sencillez un poco de pan y un poco de vino, una buena conversación.

Personas-brote. 
Los brotes señalan la vida donde solo parecía haber muerte. Las personas-brote llevan dentro una historia de amor, hacen sinergia con otros peregrinos de viaje para colaborar en la nueva civilización del amor, buscan respuestas a los problemas que angustian a las gentes; son una esperanza para la humanidad. Cuando alguien ha perdido toda esperanza, estas personas ofrecen constantemente la espiritualidad de los inicios, del brote más no del fruto, de los amaneceres más no del mediodía; cuando se termina la sabiduría humana, ofrecen palabras de vida.

Nuestra oración:
Seguimos buscando tus amores
mañana a mañana, tarde a tarde.
La lámpara de la fe está encendida.
te esperamos todavía.
Marana tha. Ven, Señor Jesús.


TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO: Lucas 3,10-18
Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (Papa Francisco)

La gente preguntaba a Juan: ¿Qué tenemos que hacer?
Con Jesús intuimos que nuestras vidas pueden cambiar y que este mundo puede ser distinto. Nos lo sugieren los profetas que el Señor nos regala en el camino. Por muy perdida que esté nuestra vida, todos podemos abrirnos a la salvación, sentir dentro un gemido de vida nueva y disponernos a ser amados por Dios. Cuando damos un paso a la conversión brota la alegría en los corazones y el mundo se llena de perfume. 

Gaudete, alegraos, con la música de Juan Bautista, de Juan de la Cruz, para danzar a ritmo de evangelio. 
Caminando hacia el descubrimiento de nuestro verdadero ser, viviendo y actuando desde nuestro profundo centro, de donde fluya humanidad hacia los demás.

Llénanos de alegría en el Espíritu Santo.

El pueblo estaba expectante.
Multitudes inmensas de pobres, zarandeados en pequeñas pateras por el oleaje del mar, son un signo de hoy, interpelante, que habla del gemido profundo que lleva dentro el ser humano. 

Gentes que buscan y no se acomodan,
a quienes la esperanza mantiene despiertos,
son un signo de ese no sé qué
que se alcanza por ventura 
(Juan de la Cruz). 

Cuando no nos dejamos llevar por una alegría consumista, individualista, somos un signo. La esperanza tanto alcanza cuanto espera.

Gaudete, alegraos, vuestra tristeza se convertirá en alegría… Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría (Jn 16,22

Yo os bautizo con agua. Viene el que puede más que yo.
Cualquier voz que habla de Jesús no es todavía su voz. Ni cuanto nos dicen los precursores se identifica con lo que nos dirá Jesús. Pero cuánto bien nos hace escuchar a los que hablan y sirven a los pobres en su nombre, mirar a los que ponen en él su esperanza y su alegría.

Gaudete, alegraos. Acerquémonos a las personas que son una revelación de alegría.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego
Aquí está la clave de este evangelio. El Adviento es un cairós, un tiempo oportuno, que nos ayuda a descubrir nuestra identidad, lo que somos por gracia. 
El bautismo con Espíritu y fuego nos desvela lo que somos:
 sientes que Dios te ama de veras…
 e igualándose contigo, te dice: 
Yo soy tuyo y para ti,
 y gusto de ser cual soy para ser tuyo
y para darme a ti 
(Juan de la Cruz). 

Dios en nosotros, nosotros en Dios.

Gaudete, alegraos, Donde llegan los discípulos de Jesús hay una gran alegría

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
El Adviento nos ayuda a descubrir la belleza y dignidad que llevamos en el corazón. Jesús ha pasado por nuestro huerto, y con su mirada de amor, nos ha dejado vestidos de hermosura. Nadie queda excluido de este gozo. Al descubrir este manantial inagotable que somos, nos sentimos empujados a comunicar la alegría del Evangelio.

Gaudete, alegraos, Participemos con toda la creación de la alegría de la salvación. Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.


El adviento con María

Reflexión de inicio para cada día
Cristo continúa viviendo en la Palabra, en los Sacramentos, en cada hombre, en cada acontecimiento, en el amor de los hermanos, Él nos conducirá a la casa del Padre, donde María nos ha precedido en gloria. Con ella cantamos nuestro himno de bendición y de alabanza a Dios diciendo: "Ven, Señor Jesús!".

Madre del Adviento, Virgen de la esperanza, tú eres hija de tu Hijo, sierva de tu Señor, madre del Salvador Altísimo. El que habitaba en los cielos ha visto el esplendor de tu belleza y se ha complacido en prepararse en la tierra una digna y purísima morada. Alcánzanos de Él la sobreabundancia de la gracia, para que permanezcamos en esta vida fieles a su servicio, y después del paso de esta vida lleguemos a estar junto al que de ti ha nacido, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura Bíblica: 
En aquellos días, María se puso en camino a un pueblo de Judea, a casa de Zacarías e Isabel (Lc 1,39)

Meditación:
 En casa de Isabel pronto se hacen sentir los efectos de la visita de María y de la presencia del Señor. María comprobó el signo del ángel, ya que su prima Isabel fue llena del Espíritu Santo y concibió a Juan el Bautista.


Alégrate, hija de Sión; festéjalo exultante, hija de Jerusalén (Sof 3,14)

Oración final
¡Visita, Señor, este hogar: aleja de él las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en él y nos guarden en paz, y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Ven Señor y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Y seremos salvados. Amén

Padre Nuestro; Ave María; Gloria.

Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que los que hemos conocido, por el anuncio del Ángel, la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, lleguemos por los Méritos de su Pasión y su Cruz, a la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.