Virgen de la Esperanza, de la Expectación o de la O
De la Virgen apocalíptica procede directamente otro tipo iconográfico, que es el de Nuestra Señora de la Esperanza, o de la O. Es una representación que, en toda su crudeza, propia de una época de mucha fe y poca aprensión, resulta ahora bastante rara. La fórmula de esta imagen la sugirió la mujer apocalíptica que había de dar a luz un niño. Un frontal pintado que se encuentra en el Museo Episcopal de Vich, comprueba este origen iconográfico. En él vemos a la Virgen expectante, sentada en un trono y rodeada de siete palomas que convergen hacia su seno, símbolos de los siete dones del Espíritu Santo. A su lado, y sentado también en un trono, aparece San Juan Evangelista, que con un grito de antífona de Adviento la identifica concretamente con la mujer de su visión apocalíptica. La Virgen con las siete palomas es frecuente en la iconografía cristiana, pero raramente se presenta en la forma en que aparece en dicho frontal. En la mayoría de los casos, las siete palomas están relacionadas con la Virgen que forma parte culminante del árbol de Jesé.
La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, se volvió frecuente a fines de la Edad Media, cuando se instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, celebrada el 18 de diciembre. Este tema parece haber sido particularmente popular en España y Portugal, donde las Vírgenes de este tipo llevan el nombre de Nuestra Señora de la O, sea a causa de la forma ovoidal de su vientre abombado, sea, de acuerdo con otra explicación tomada de la liturgia, porque en la semana precedente a la Navidad las antífonas cantadas en los oficios comienzan por la letra O.
Contrariamente a lo que afirman algunas corrientes historiográficas, según las cuales la Iglesia de Trento ordenó suprimir la imagen de la Santísima Virgen embarazada, por considerarla incómoda, lo cierto es que las representaciones de la Madre de Dios embarazada o amamantando son muy habituales en la iconografía cristiana.
Según consigna Mario Cecchetti en un interesante artículo publicado en Avvenire, las Vírgenes del Parto catalogadas en Europa, desde España hasta Escandinavia, son unas 80, aunque otros expertos elevan el número a unas 150 imágenes o tallas conocidas. Las reservas del Concilio tridentino, lejos del pretendido puritanismo que se les atribuye, se deberían más bien a prevención frente a ciertas herejías como la docetista, precisamente porque ésta negaba al Cristo verdaderamente humano.
Algunas imágenes podían dar pábulo a este tipo de interpretaciones, como la representación de la Virgen en el momento de la Anunciación (y por tanto, en el momento de la concepción) llevando en el seno a un niño de casi nueve meses (es decir, un embarazo desproporcionadamente avanzado).
Otra de las figuraciones controvertidas teológicamente eran aquellas que ponían en el seno de la Virgen a las tres Personas de la Santísima Trinidad, teoría que no explica adecuadamente el dogma de la Encarnación: María es Madre de Dios Hijo, pero no de Dios Padre ni de Dios Espíritu Santo. El origen de la representación de la Virgen embarazada debe situarse, según algunos, en la iconografía oriental. La devoción a la Virgen en el inicio de su maternidad no reviste sólo un simple carácter sentimental; donde María acoge al Verbo, allí está representada la Iglesia, y también todo cristiano, cuando acoge el Anuncio de la Salvación y se deja fecundar por él.