El Año Litúrgico

El año litúrgico como temas


La web de la diócesis de Ciudad Real nos presenta unas reflexiones sistematizadas sobre los tiempos litúrgicos a lo largo de trece temas de una extensión de unos dos o tres folios que concluyen siempre con unas preguntas de recopilación y refresco. Interesante.

Colorear el Año litúrgico con Familia Católica

Nuestra amiga Xhonane del blog de Familia Católica tiene una entrada que recopila un sinfín de enlaces para encontrar dibujos para colorear las principales fiestas del Año litúrgico. Merece mucho la pena hacer una visita.



En la Iglesia católica estamos iniciando un nuevo . Como cada año, por estas fechas (fines de noviembre), comenzamos a recordar los sucesos más importantes del plan de salvación de Dios para el hombre y, claro está que el primero de ellos es el Nacimiento de Jesucristo: la hermosa fiesta de Navidad.

La redención del hombre se debe a la muerte y Resurrección de Jesús, es decir a la Pascua, pero es lógico celebrar el inicio de esa gran manifestación del amor de Dios, o sea, su venida al mundo, su "Adviento"

La Liturgia es el culto ofrecido a Dios, por medio de Cristo y su Iglesia. La celebración del misterio cristiano, se realiza a través del tiempo, cada año se conmemoran los principales acontecimientos de la intervención de Dios y su salvación en la historia del hombre.

Dios ha entrado en la historia humana para realizar un plan de salvación que culmina en la Muerte y Resurrección de Cristo; Dios --Jesucristo-- ha entrado en el tiempo del hombre y lo ha santificado. El hombre, por tanto, celebra cada año, los acontecimientos de la salvación que trajo Jesucristo.

El Año Litúrgico es la celebración - actualización del misterio de Cristo en el Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,4). Quien ha estudiado la historia de salvación, comprenderá la importancia del Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre.

El eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es la Pascua. Por lo tanto la principal finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación auténtica de Cristo, muerto y resucitado.

El Año Litúrgico no puede ser un calendario de fechas que se recuerdan con cierta solemnidad, sino un camino de fe; camino que se ha de recorren como en "espiral", creciendo en la fe cada año, con cada acontecimiento celebrado; creciendo en el amor a Dios y a los hermanos; creciendo en seguir y parecerse cada vez más a Cristo hasta llegar a configurarse con Él, -el hombre perfecto-.

Tiempos fuertes:
Este itinerario de fe, que acompaña en forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias etapas:

Una preparación en el Adviento como tiempo de despertar en la fe en vista del encuentro con el Señor.
Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidady mayor conocimiento de Él, mediante el estudio y la meditación.






  • Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual de Cristo Muerto y Resucitado.



  • El vértice de todo es la Pascua, con el gran triduo de la Vigilia Pascual, que mete al hombre en el misterio principal de nuestra Redención: la Resurrección de Jesús.

    La celebración de la Pascua dura cincuenta días, precedida por cuarenta días de preparación, -cuaresma- terminando con la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés

    Estos son los llamados "tiempos fuertes" del Año Litúrgico. Además hay otras treinta y cuatro semanas que constituyen el llamado Tiempo Ordinario o Común. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo, sino que se procura profundizar el sentido del conjunto de la Historia de Salvación, sobre todo a través de una contemplación continua y fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo progresivo.

    Otras fiestas

    En el Año Litúrgico existen otras celebraciones mucho más conocidas por el pueblo y que tienen su importancia aunque en forma secundaria respecto de las anteriores. Son fiestas en las que se celebra a la Virgen María y a algunos santos; están íntimamente relacionadas al misterio pascual: la Virgen María es el fruto más espléndido de la Redención, y de los demás santos la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos.

    No son fiestas ajenas a Cristo o que distorsionan la religiosidad del pueblo, sino que son de ayuda para comprender y vivir el misterio pascual de Cristo, por el cual ha llegado a nosotros la salvación.

    Cristo, al fundar la Iglesia, la entregó a los apóstoles y a sus descendientes para que se ocuparan de su crecimiento, dándoles los mismos poderes que el Padre le había otorgado a él: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20,21). Por eso, las celebraciones litúrgicas que ahora tenemos en el transcurso de un año, no son de institución inmediata de Cristo, sino fruto de su actuación por medio de la Iglesia.

    Desde un principio la Iglesia empezó a honrar la memoria de los cristianos que habían ofrecido la vida para testimoniar su fidelidad a Cristo. Teológicamente el culto a los mártires está relacionado con el Misterio Pascual de Cristo. San Jerónimo, en el año 404 escribía: "Honramos las reliquias de los mártires para adorar a Aquel de quien son mártires".


    Proceso histórico
    Hubo un proceso histórico para que el Año Litúrgico quedara formado como ahora lo conocemos.

    Cuando los Apóstoles comenzaron su predicación, lo hicieron en torno a la Resurrección del Señor –la Pascua- este acontecimiento histórico y trascendente: "Cristo, quien fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación" (Rom 4,25); era lo que los apóstoles anunciaban a la gente, junto con las enseñanzas y vida de Jesús. La Pascua para los cristianos es fiesta no de un día de la semana, sino de toda la vida.

    Según datos históricos, la celebración de la "Cena del Señor", que es la actualización del Sacrificio de Cristo, era cotidiana para los primeros cristianos (Cf. Hch 2,42-46; 5,42), aunque también era semanal, que no coincide con el sábado de los judíos, sino con el primer día de la semana, día de la Resurrección del Señor (Cf. 1Cor 16,2; Hc 20,7).

    Lo que antes se le denominó "Primer Día de la Semana", luego se le llamó "Día del Señor" o "Domingo" (Cf. Ap 1,10) En otros idiomas se le llama "Día del Sol", esto es histórico también, pues se encuentra en el año 165, que le llamaban así porque en la Creación, con el Sol se disipan las tinieblas, igual que con la Resurrección de Jesús se disipan las tinieblas de la muerte.

    La tercera etapa consiste en la celebración anual de la Pascua. La primera pascua anual se celebró en Jerusalén hacia el año 135. En Roma se inició esta celebración solemne unos treinta años después.

    Al final del siglo III, el día de Pascua se prolonga con un período de cincuenta días. Como una fiesta tan grande exigía una preparación, así como el Domingo tuvo una preparación en las vísperas (vigilia), también la celebración grande de la Pascua tuvo su tiempo de preparación en la Cuaresma.

    Anunciar y exaltar la Resurrección del Señor, llevó a los primeros cristianos a una mejor comprensión del misterio de la salvación. Comprendieron que para llegar a la Pascua, fue necesario toda una vida que tuvo un inicio en el tiempo. Por lo que se comenzó a conmemorar en torno a la Pascua, la fiesta de la Navidad –el nacimiento de Jesús-.

    Las celebraciones de las fiestas de Navidad y Epifanía, tuvieron sus orígenes en el siglo IV. Y, como sucedió para la Pascua, se sintió la necesidad de un tiempo de preparación que se llamó Adviento. Este período anterior a la fiesta de Navidad, aparece en Roma a mediados del siglo VI. Más adelante este tiempo de preparación se perfiló como un tiempo de espera, como una celebración solemne a la esperanza cristiana abierta hacia el Adviento último del Señor, al final de los tiempos.




    Esquema del Año Litúrgico



    Inicio del Año Litúrgico
    Adviento
    4 domingos

    25 diciembre – 6 enero
    Navidad
    2 domingos

    Domingo siguiente al 6 enero
    Epifania
    1 domingo

    Lunes siguiente
    Tiempo ordinario
    5 a 9 semanas
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    Miércoles de Ceniza
    Cuaresma
    40 días

    Jueves Santo a Sábado Santo
    Vigilia Pascual
    3 días

    Centro del Año Litúrgico
    Domingo de Resurrección
    PASCUA
    50 días

    Siguiente domingo
    Pentecostés
    1 semana

    Siguiente domingo
    Tiempo ordinario
    21 a 25 semanas

    Último Domingo Ordinario
    Cristo Rey
    Término del Año Litúrgico