La sinceridad no es otra cosa que expresarse con claridad, sencilez y veracidad. Se trata de no utilizar la hipocresia o simulación para relatar algo. Para los padres es muy importante transmitir este valor a los niños, sin embargo, también hay que enseñarles esa delgada línea entre decir la verdad con respeto o hacerlo ofendiendo. Con unas sencillas pautas, podremos educar a nuestros hijos en la sinceridad.
Antes de los 3 años, es muy complicado enseñar a los niños a ser sinceros, no están preparados. De los 3 a los 9 años, los pequeños aprenden todos aquellos hábitos relacionados con la sinceridad. Al principio lo hacen a través de la observación y la imitación. A partir de los 6 años, ya están preparados para comprender la importancia de este valor y el niño puede esforzarse por decir la verdad, aunque en ocasiones le cueste.
Educar a los niños en el valor de la sinceridad
Aprender a decir la verdad es la base para adquirir otros valores tan importantes en la vida como la confianza, la bondad, la generosidad, la amabilidad, la responsabilidad, la justicia o la amistad. Sin embargo, es muy común que los padres tengan problemas con sus hijos relacionados con la sinceridad. Por ello es importante saber por qué en ocasiones los niños no dicen la verdad:
- pueden tener dificultad para distinguir entre lo que es fantasía y lo que es real, en estos casos no existe intención de mentir, sólo una incapacidad para discernir entre imaginación y realidad.
- conseguir algo que le interesa mediante la manipulación de la verdad.
- un nivel bajo de autoestima y confianza en uno mismo puede llevar al niño a mentir y así afrontar una realidad que le disgusta o inventar situaciones donde sea el héroe.
- obtener la atención de aquellos que le rodean.
- evitar un castigo o una reprimenda por alguna falta cometida.
- defenderse cuando se siente amenazado.
- imitar el comportamiento de personas que son importantes para él.
Cómo conseguir que el niño diga la verdad
Los estímulos y el ejemplo de los padres es fundamental para conseguir que el niño no mienta y afronte la realidad con la verdad. Algunas pautas pueden ayudar a conseguirlo:
- estar atentos a los momentos en que el niño dice la verdad y alabar su comportamiento.
- averiguiar qué razones le impulsan a mentir e intentar corregirlas.
- crear un clima afectivo de confianza, donde el niño no tenga miedo a ser rechazado o reprendido por no cumplir las espectativas.
- no hacer juicios de valor como llamarle mentiroso, mucho menos delante de otras personas.
- no presionarle en exceso ante una falta.
- ser un ejemplo a imitar, las pequeñas mentiras del día a día de los adultos son observadas por los niños y posteriormente imitadas.
Fuente: AMEI http://www.waece.org/inicio.html