Adviento:Tiempo de especial alegría

“Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes” Tenemos una nueva oportunidad en este Adviento de aceptar con todas sus consecuencias la venida de Cristo en nuestra vida. El Adviento, que nos prepara a la venida de Cristo, lo tomamos como un momento de especial alegría. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte de un peligro que podemos correr: el no ser capaces de percibir y aceptar todo lo que la llegada del Señor tiene para cada uno de nosotros.

 La palabra de Dios nos dice de la reprimenda que Cristo hizo a su generación y a nosotros mismos, pues no fueron ni hemos sido capaces de entender ni el mensaje del Bautista ni el mensaje del mismo Dios. 

Es muy importante que nosotros nos demos cuenta que el problema no es la aceptación de un modo u otro de ser(no con decir: acepto a Cristo en mi corazón ya es todo) hijos de Dios; el verdadero problema es el de la aceptación de Dios en la propia vida y sobre todo hacer su voluntad y no la mía. 

Esto es lo que todos nosotros, en esta venida de Cristo, tenemos también que reflexionar. q ¿La llegada del Señor es un momento en el cual Jesucristo cuenta más en mi vida? q ¿La venida de Jesucristo en esta Navidad es para mí una oportunidad para que mi espíritu se abra más a Dios? q ¿O por el contrario, es un momento que llega pasa y ya y no deja algo nuevo en mi vida? 

 El profeta Isaías nos dice que Dios es constante en buscar nuestro corazón; no se conforma simplemente en habernos llamado, habernos iluminado y llenarnos con su presencia; no se conforma simplemente con habernos entusiasmado en el seguimiento de su Reino. El profeta Isaías habla de un Dios que pide al pueblo que lo acepte: "Yo soy el Señor tu Dios, el que te instruye en lo que es provechoso, el que te guía por el camino que debes seguir. Ojalá hubieras obedecido mi mandato”. Si nos damos cuenta lo que nos pide es obediencia. Tanto que me cuesta a mi ser obediente. A nosotros nos corresponde ser obedientes, como lo fue María Virgen y Madre e ir siguiendo el camino de Dios, en algunos momentos camino nada agradable. 

 Por otro lado, Dios nos dice a cada momento que nuestra vida podría encontrarse en un determinado momento apartada de Él. La Escritura nos pone algunos ejemplos para hacernos reflexionar: 1. "Que nuestra paz sea como un río;¿como es un río en paz?. Es tranquilo, sereno, que no se queda estático y no deja de anegar las orillas; que no deja de llenar de su agua todo lo que toca; que no deja de limpiar todos los lugares por los que pasa. 2. que los frutos de nuestra vida sean como los granos de arena. 

¿A que frutos se refiere? ¿Y por que los compara con la arena del mar? Porque son muchos e imposibles de contar. Así deberían de ser nuestros frutos. 3. Que nuestra justicia sea como las olas del mar. Practicar la justicia divina, así como las olas del mar: siempre están allí y nunca de terminan. Justicia que también son nuestras buenas obras 4. Cada uno de nosotros siempre en presencia de Dios. Cuando yo escribo mi nombre en un libro para dar fe de que yo asistí a una reunión, así mismo ese nombre esta inscrito en el libro de la vida, lo cual es garantía de que lo conocemos a El y El a nosotros.

 Estas cuatro imágenes nos indican la forma en que el hombre tiene que ser capaz de vivir aceptando siempre al Señor. Yo les invito, en este Adviento, a reflexionar para que podamos descubrir que es lo que tenemos que hacer para convertirnos y transformarnos, en un hombre o mujer nuevos, conversión que no es fácil, que tampoco lo digo de palabra y con eso basta. Todo lo contrario es un camino de conversión de cada día, combatir cada día contra las acechanzas del mal, pero siempre de la mano de Jesucristo Nuestro Señor, Dios mismo hecho hombre. 

Y no lo hagamos por temor, menos por miedo, hagámoslo por amor, sabiendo que siempre Dios nos ama tal cual somos. No olvidemos la obediencia de Nuestra Madre y Madre de Dios, La Virgen María Santísima, que obedeció sin poner objeciones: heme aquí Señor para hacer tu voluntad

. ¿Qué mas queremos de ejemplo? 

"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo".
 (San Agustin)